sábado, 21 de febrero de 2015

Volar: por los aires



Detrás de una huida de repente
siempre me quedará
la mínima esperanza costumbrista
de notar
un ceder de costuras de camiseta
por la espalda.

Detrás de toda huida acelerada
y en cada pirueta saltomortal
al final de un callejón alambrada
juego a imaginar la posibilidad hormiga
de caer en un torso dulce
que me asfixie.

Pero más allá del detrás,
solo queda la certeza de un aterrizaje
en las fracturas tibias que me sigue ofreciendo
el jodido terreno inundado
de mi cuerpo.

La total libertad de no ser reclamado
es una habitación azul con un ring improvisado
donde ni siquiera existe el miedo.
Y las humillaciones mutan a rabia
que se escupe a ella misma
en cada piel levantada al hacer fricciónboxeo
con el yeso de las paredes.

Libertad es solo un vacío
ausente de cualquier respuesta
alertándome desde un dispositivo móvil.
Un espejo sin compañía.
Mi peor yo.

No os importa el demacre
de una expresión perdida
porque no es un hecho a destacar,
porque no es algo plausible,
porque roza la normalidad.

Irse de forma decente
es asumir que no quieres
que te escondan las llaves.

Gracias a los que me dejaron
llorar libre.
Perdón a los que recogí lágrimas
que solo les tocaba
Saborear a ellos mismos.

Me alegro de sus nudos mal hechos.
Nada me ata a nadie.





-H-

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