Convencí a mi resaca para convertirla en un billete que me llevara muy
lejos. Calculé a cuántos kilómetros me podía encontrar conmigo misma y planeé todo para
llegar tarde a la cita. Me negué el saludo. Me evité por vergüenza.
Decidí correr sin destino, ilusionándome un poquito en cada parada.
Elegí un asiento que mirara hacia atrás. El eterno camino de vuelta a un sitio
donde nunca había estado. Como echar de menos a quien duerme a tu lado.
Pude mirar fijamente todo lo que se quedaba atrás, y aún así no tuve ni puta idea de lo que significaba avanzar. Hice
toda una exposición de mis reglas y me convertí en excepción.
Pedí deseos en voz alta para que nunca se cumplieran, y así, saberme
perdedora por elección propia. Descartar las ganas de cualquier victoria.
Me odié por contagiar todo de esta tristeza tan rara, de esta incómoda
sensación de sentirme extraña en cualquier sitio (algo tuvo que ver aquello de perder el pasaporte) y no poder
mirar al cielo, por eso de los rascacielos. Los derrumbaría a golpes, solo para
demostrar lo mucho que sangro por dentro.
Sé que no tengo ninguna excusa del todo buena para escapar, pero
tampoco la necesito. Me siguen sobrando un par de razones para no querer
entenderos.
Y tampoco me va tan mal, porque aunque me muera de muchas cosas ella
sabe que me seguiría
dejando salvar por su boca.
Por eso descarté comerte el corazón – no soportaría mancharte con todo
lo que llevo en el pecho-. Tan tóxico y explosivo.
Quedarme mirando a un punto fijo mientras todo me da vueltas y pensar
que lo único que te puedo ofrecer es todos estos puñados de inseguridad. Una
patera a la deriva.
Encender y fumar algo
invisible. No hacer absolutamente nada.
Irme solo un poquito lejos,
huir a medias. Volver de luto por todas
las neuronas y olvidos que dejamos en el camino. No arrepentirse de uno mismo. De
nadas anticipadas a mis futuras víctimas, porque nada de esto será vuestro. He pensado varias veces en llevaros flores al cementerio
Pero pienso en ti y en tus rescates y podría saltar contigo a
cualquier mar sin chaleco salvavidas. Prestarte mis seis restantes. Volverme a
tirar.
Si no estamos volando, caemos muy bonito.
-H-