[22/05/2015]
Me animan para que intervenga en las numerosas conversaciones,
en los numerosos grupos, en los numerosos debates. Me incitan, casi
defraudados, a que les hable de algún rincón interesante de mi mente. Y pienso:
En la física cuántica de sus átomos. En los gases nobles de
su cuello.
En los tratados internacionales de paz en cada uno de sus
abrazos
y en la fusión nuclear de nuestros cuerpos.
Pienso en la caída del telón de acero de su ropa,
en la política tan anárquica de
sus quiero y no puedo ,
en el boicot de sus gemidos en cumbres internacionales de la
OTAN.
En su amor comunista.
Les podría hablar sobre los yacimientos arqueológicos que
nos excavamos
y de las antiguas civilizaciones que encontré debajo de cada
estrato de su piel.
Leerles ensayos sobre la belleza y la verdad de la filosofía
de esos ojos.
Advertirles del calentamiento global en su prosa derretidora
de polos
Y de que es capaz de solucionar mi hambre de
mundo solo con un
beso.
Analizarles métricamente la banda sonora de cualquier
tarareo
si se despierta contenta.
Enseñarles una colección entera de libros y
manuales
sobre detalles insignificantes que le hacen sonreír.
Quizá plantearles la problemática de la caza
furtiva de lugares
y paisajes salpicando su cara de niña guapa y mala.
Enseñarles los efectos de la luz
en cada fotograma que tengo de ella en mi retina.
Los del acelerador de partículas si me habla de algo que no
se.
Les gritaría todo el fuel-potencia que esconde
debajo del buque insignia de su risa
y cómo construir un hogar eficiente
en sus manos.
Pienso en hablarles sobre las veces que soldamos el
bipartidismo,
En los riesgos que priman,
que merecen y merecieron la pena.
Pienso en hablarles de poesía.
Pienso, monopólicamente, en ti.
Les mantengo la mirada en un silencio que esperan que rompa.
Continúan hablando entre ellos.
-H-