jueves, 22 de enero de 2015

[Escena]


Creábamos un beso lento
rozándonos lo justo
llamas pequeñas
atravesando
un corta fuegos

En el segundo taquicardia
acelerón
potente y escueto
antes de un cambio
de marcha

Confundo su culo
con una barra
amarilla
de metro.

Entrelaza
veinte dedos
levantándome los brazos
muy arriba.

En este atraco
suplicado
esperando la caída
pregunta si me quedo

Proyectábamos
otras caras

c

a

  y
   
    e
     n
      d
        o

            r
              á
                 p
                     i
                          d
                                   o


Por las escaleras
De
Incendios.



-H-



sábado, 10 de enero de 2015

1997



Necesito los abrazos
de todos los que
no me llegaron a conocer.

Necesito el abrazo
de la profesora a la que nunca dije
que ya sabía dibujar un triángulo.
Los de todos los vecinos
que no me atreví a saludar,
los de los que pensaban
que no podía hablar.

Necesito los abrazos
de primos mayores
a  los que, por ausencia de simpatía,
no caí bien.
Necesito una hermana o
una madre a la salida del colegio.

Sigo teniendo cinco años.
Acabo de conocer a la muerte
sin derramar ni una lágrima.
Busco la aprobación
a cualquier mínimo avance.


Ellos, me señalan con libros
de cursos superiores.
Yo, no le encuentro el sentido
a pintar determinadas cosas
 con determinados colores.

Ahora me negaría a hacer campaña
contra los reyes magos.
No pondría en duda la religión
ni el sentido de las mayúsculas.
Me negaría a no jugar
si después de todo,
el apartheid.

Tengo una imagen recurrente
donde me abrazo a mi misma
en el centro del patio rojo.
La imagen recurrente
en la que yo soy
la niña abrazada
por mi clon adulto
 de pelo largo.

Le veo cara de futuro feliz
abalanzándose al suelo sobre sus rodillas
y con los brazos abiertos.

Me susurra,
a veces,
que tranquila.

A veces,
el silencio.

A veces,
que me agarre
y le cuente
porque ella es
todos los desconocidos
a los que nunca me atreveré
a hablar.

Necesito el abrazo
de la niña del paso de cebra,
de la misma niña de la academia.
De mi ego diciendo que todo bien.

Ya me da igual el sexo,
la cara, el ceño…
Necesito brazos apretando
esta ansiedad nocturna.
Besos en la nuca,
palabras naranjas
a medio hacer.

No es amor,
es fisiología.

La secuencia invertida
de muñecas rusas
a las que destapo,
me descubren un interior
Cada vez más amplio.

Mi vida es esta y tengo cinco,
pero podría ser cualquier otra
a los veintidós.





-H-

sábado, 3 de enero de 2015

ONIRIA


Reviento
mi cráneo
en cada vida imaginada.

Me persiguen
mujeres arquitectas
expertas en decoración.
Dueñas de casas en ruinas,
hogares con o sin animales
que no fueron
que no serán.

No aguanto.
Confundo
de mi hipersensibilidad
qué parte el don
 y cuál maldición.

Soy la ventana rota
de un barrio condenado
a la delincuencia.

Aguanto.
Abrirme;
El vacío
precedido
de palabras favoritas
sin sentido.

Soy un parque de atracciones
lleno de gritos.
No sé
si de alegría
o de pánico.

No aguanto.
Me expropian los visitantes
las esculturas
que te dejé
a punta de lengua
en el templo flecha
de tu esternón.

Soy el artesano
silenciosamente trabajando
en cualquier arte de tu desnudo.
Por favor, que lo traten bien.

Aguanto.
Construcción
en un concurso
con bases de filo de piedra,
las huidas,
el humo de colores
que se difumina
en la parte más alta
de toda esta distancia.

Soy el buitre
de un paisaje nuclear
que solo admira la calma.

Me desenamoro
en un pensamiento:
 “Quizás en otra vida…”




-H-