miércoles, 2 de marzo de 2011

Made in china

Sentirme peor que la nada sin razones. Ver la lluvia de cemento y no poder moverte porque no te dio explicaciones suficientes.
Exprimes los ojos cada noche y cuanto más lo haces, al fango más le gusta tu sabor a derrota.
Más le gustan las leyes de la gravedad y una especie de física que nunca entendió de teoremas para estos casos.
Párpados cansados forjados de hierro y ceguera  difíciles de abrir porque se cansaron de mirar lo que no les gustaba y el sol era demasiado agresivo para esos días gris estación mojada.
un charco de agua salada para mirar el reflejo, que la verdad  así en directo nunca tuvo buena acústica.
Mira, la conexión hoy no trabaja a tiempo completo. Será casualidad, pero me importa menos que nunca. Y llueve. Como eternos golpes en ventanas que no daban a ningún jardín. Y me hablas. De historias de otros. Siempre son otros. De esos que no se fabrican en serie. Expuestos en elegantes mostradores hechos del boca a boca.
 Pero mírame llevo el código de barras en la nuca, grabado a conciencia con tinta que amenaza con ser eterna.
Fango, ya me llega por las rodillas y su abrazo es caliente de miseria.
Cadena de montaje. Pero pieza a pieza y que no falten los defectos de fábrica.
 Me sirvo en frio. Y tan fría que me congelo.
 Nada nuevo. Nada que te haga abrir la boca mientras lees esto. Nada que ofrecer a nadie
Monotonía mental y  el caos de vivir aquí dentro. Si salgo hace frío, mucho frío. Y si me quedo, agonizaré lentamente hasta volverme loca de presión. Anoréxicas decisiones se volvieron, por vivir en tan poco espacio.
Ya  llega por las caderas, y sigo pensando en lo que haré cuando llegue a las cejas. Quizás cante alguna canción de anuncio pegadizo para gastar el poco aire que me quede en algo improductivo, como siempre.




-H-

1 comentario:

Misy-Neko dijo...

Cuando en un mundo de gigantes en grabilla
tu eres la hormiga negra, invisible. Cuando estás de mierda hasta las cejas,
asomada entre la maleza te encuentras a la tristeza y la quieres consolar
Y entre tanta patada en las entrañas, descubres tu grandeza, el gingante se convierte en miseria y la hormiga en libertad