sábado, 17 de agosto de 2013

Que si esto es la civilización, por favor, dejadme fuera. Salvaje.



Convencí a mi resaca para convertirla en un billete que me llevara muy lejos. Calculé a cuántos kilómetros me podía  encontrar conmigo misma y planeé todo para llegar tarde a la cita. Me negué el saludo. Me evité por vergüenza.

Decidí correr sin destino, ilusionándome un poquito en cada parada. Elegí un asiento que mirara hacia atrás. El eterno camino de vuelta a un sitio donde nunca había estado. Como echar de menos a quien duerme a tu lado.

Pude mirar fijamente todo lo que se quedaba atrás, y aún así no tuve  ni puta idea de lo que significaba avanzar. Hice toda una exposición de mis reglas y me convertí en excepción.
Pedí deseos en voz alta para que nunca se cumplieran, y así, saberme perdedora por elección propia. Descartar las ganas de cualquier victoria.

Me odié por contagiar todo de esta tristeza tan rara, de esta incómoda sensación de sentirme extraña en cualquier sitio (algo tuvo que ver  aquello de perder el pasaporte) y no poder mirar al cielo, por eso de los rascacielos. Los derrumbaría a golpes, solo para demostrar lo mucho que sangro por dentro.
Sé que no tengo ninguna excusa del todo buena para escapar, pero tampoco la necesito. Me siguen sobrando un par de razones para no querer entenderos. 
Y tampoco me va tan mal, porque aunque me muera de muchas cosas ella sabe que me seguiría
dejando salvar por su boca.
Por eso descarté comerte el corazón – no soportaría mancharte con todo lo que llevo en el pecho-. Tan tóxico y explosivo.

Quedarme mirando a un punto fijo mientras todo me da vueltas y pensar que lo único que te puedo ofrecer es todos estos puñados de inseguridad. Una patera a la deriva.
Encender y fumar algo invisible. No hacer absolutamente nada.
Irme solo un poquito lejos, huir a medias.  Volver de luto por todas las neuronas y olvidos que dejamos en el camino. No arrepentirse de uno mismo. De nadas anticipadas a mis futuras víctimas, porque nada de esto será vuestro. He pensado varias veces en llevaros flores al cementerio

Pero pienso en ti y en tus rescates y podría saltar contigo a cualquier mar sin chaleco salvavidas. Prestarte mis seis restantes. Volverme a tirar.

Si no estamos volando, caemos muy bonito.




-H-

No hay comentarios: