Dijo: “Algún día todo esto será
tuyo” y terminó la sentencia con el dedo índice señalándose el pecho
inconscientemente.
El disparo de voz turbó todas
sus arterias en dos sacudidas secas, en dos tiempos muy marcados. Sangre
retrocediendo a cámara rápida, como una película rebobinada, hasta encerrarse
en el corazón, que se hincha y multiplica su tamaño. Cierre de las válvulas.
Pum – primer golpe-.
Se congela la imagen.
Se congela el aire, labios muy azules.
Replay: Contracción y apertura de válvulas. La expulsión furiosa del
líquido.
Pum –segundo golpe-
Un músculo vacio. Envasado. Carreteras atascadas de rojo. Piel muy
roja, capilares repletos. Calor. Cabezas que palpitan y sudan. Dolor.
Comprender la herencia. Un ático del fracaso, publicidad de mi misma,
una diana en la frente. Hijos de puta con muchas flechas.
Un hombre cae al suelo con su
índice humeante. El niño que agarra su
mano hubiera preferido la colección de
mariposas muertas. Pero dijo “algún día todo esto será tuyo” señalándose, y
ahora tiene sus ojos y muchas deudas de orgullo.
En otra parte de la ciudad, una niña hereda la sumisión de su madre y
el hermano, la agresividad de su padre.
Rabia, miedo, obsesiones, ignorancia, egoísmo, la genética es muy puta, y nosotros en la cama
jugamos a los barman sin título, cócteles de mierda. Futuros niños tristes.
Ni somos tan buenos, ni lloramos tan poco.
-H-
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