sábado, 17 de agosto de 2013

Terapia para los hijos del psicólogo III



 Terceras partes nunca fueron buenas


Dijo: “Algún día todo  esto será tuyo” y terminó la sentencia con el dedo índice señalándose el pecho inconscientemente.
 El disparo de voz turbó todas sus arterias en dos sacudidas secas, en dos tiempos muy marcados. Sangre retrocediendo a cámara rápida, como una película rebobinada, hasta encerrarse en el corazón, que se hincha y multiplica su tamaño. Cierre de las válvulas.
Pum – primer golpe-.
Se congela la imagen.
Se congela el aire, labios muy azules.

Replay: Contracción y apertura de válvulas. La expulsión furiosa del líquido.
Pum –segundo golpe-
Un músculo vacio. Envasado. Carreteras atascadas de rojo. Piel muy roja, capilares repletos. Calor. Cabezas que palpitan y sudan. Dolor.

Comprender la herencia. Un ático del fracaso, publicidad de mi misma, una diana en la frente. Hijos de puta con muchas flechas.

Un  hombre cae al suelo con su índice humeante. El  niño que agarra su mano  hubiera preferido la colección de mariposas muertas. Pero dijo “algún día todo esto será tuyo” señalándose, y ahora tiene sus ojos y muchas deudas de orgullo.
En otra parte de la ciudad, una niña hereda la sumisión de su madre y el hermano, la agresividad de su padre.
Rabia, miedo, obsesiones, ignorancia, egoísmo,  la genética es muy puta, y nosotros en la cama jugamos a los barman sin título, cócteles de mierda. Futuros niños tristes.

Ni somos tan buenos, ni lloramos tan poco.


-H-

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