sábado, 3 de enero de 2015

ONIRIA


Reviento
mi cráneo
en cada vida imaginada.

Me persiguen
mujeres arquitectas
expertas en decoración.
Dueñas de casas en ruinas,
hogares con o sin animales
que no fueron
que no serán.

No aguanto.
Confundo
de mi hipersensibilidad
qué parte el don
 y cuál maldición.

Soy la ventana rota
de un barrio condenado
a la delincuencia.

Aguanto.
Abrirme;
El vacío
precedido
de palabras favoritas
sin sentido.

Soy un parque de atracciones
lleno de gritos.
No sé
si de alegría
o de pánico.

No aguanto.
Me expropian los visitantes
las esculturas
que te dejé
a punta de lengua
en el templo flecha
de tu esternón.

Soy el artesano
silenciosamente trabajando
en cualquier arte de tu desnudo.
Por favor, que lo traten bien.

Aguanto.
Construcción
en un concurso
con bases de filo de piedra,
las huidas,
el humo de colores
que se difumina
en la parte más alta
de toda esta distancia.

Soy el buitre
de un paisaje nuclear
que solo admira la calma.

Me desenamoro
en un pensamiento:
 “Quizás en otra vida…”




-H-

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