Sé con certeza, que la primera
vez que rebusqué en mis huecos no fue con un támpax amarillo, ni con dos dedos.
Que cuando cuento nuestra
historia sigo narrándome de zorra solo por la excitación que siempre me ha
provocado infiltrarme entre la mayoría. Intento adoctrinar emociones. Que mi
soledad recurrente me pida de comer, sumisa, una vez al mes en vez de todos los
días, a cada minuto, a cada segundoacadasegundoacadasegundoquenoestás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario