domingo, 20 de febrero de 2011

cunetas y huesos





Domesticamos a los que no lo eran.
Destruimos el lecho de los que quedaban libres.
Abandonamos a los que no fueron lo suficientemente obedientes, guapos o jóvenes.
Otros simplemente intentaron huir de casas donde el aire se anunciaba artificial.
Y al salir a la calle, los rayos de sol a los que no estaban acostumbrados y el viento demasiado puro los confundió.
Desorientados, buscaron en los más hondos instintos su brújula interna. Esa que les llevaría de manada en manada de libertad.
Sin embargo encontraron cemento y alquitrán. Asfalto y motores.
Y en ellos, su tumba perfecta. Llenando las cunetas sin querer...
De pulgas y huesos.
Se acumulan.
Hoy he visto a uno más, lleva ahí, en el mismo punto de la línea discontinua desde hace algo más de una semana. Y cada vez que mi cuerpo acelerado noventa  kilómetros hora pasa casi rozándote pienso.
En ti y en tu historia. Si serás tú, Odisea, por la que Troya llora todas las noches, arañando cristales con zarpas de teechodemenos. Y por las que siento a veces  que las rejas de mi casa sean tan anchas.
Si serás tú, raro pelirrojo a contraluz, la que has dejado medio coja a mi Grecia particular.
Quizás no lo seas, quizás nunca tuviste dueño ni jamás probaste el calor de múltiplos de cinco dedos sobre tu escurridizo lomo. Pero se que seguiré viéndote cada mañana. Posición horizontal sin vida, pelo negro y largo movido por el golpe de rebufos con traje de chaqueta que nada les importas.
Y a ti, como he dicho, carreteradelinfierno, seguirán uniéndose más pulgas y huesos.




-H-

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