martes, 8 de febrero de 2011

Teclas



Hace ya tiempo que os cambie por las 5 vueltas a la pista, los 3 palos, el esfuerzo,  las botas y las heridas en rodillas y codos.
Y pequeñas, os cambié porque sí. Por la presión, la impotencia de querer y no poder…Pero principalmente porque fuisteis una imposición.
A pesar de lo bien que me sentía acariciándoos, cada semana mataba por no acudir a nuestra cita. La tortura de sentir notas que no había podido aprender. Caras de decepción y sudor en las manos, alimentadas por excusas de niña baratas.
Ha pasado el tiempo. Ahora mis dedos ya no tocan madera sino cuero, y a veces se retuercen sobre ellos mismos cuando se acuerdan de vosotras, oyendo canciones en la radio, anhelando bailar otra vez sobre cuerpos blancos y negros.
Repentinos  ataques de nostalgia. Voy y levanto la negra tapa del Yamaha. Antes de empezar observo cuidadosamente todas vuestras piezas. Os quito el polvo. Y sin tan siquiera rozaros, mis dedos os acarician una por una. Comienzo a tocar la melodía de siempre, esa que aprendí de memoria y de la que los vecinos  ya están hartos. Pero da igual, sigue sonando a eco de mar cansado.
Agacho la cabeza, porque noto como mis dedos ya no fluyen. Os reconocen, claro. Quien podría olvidaros después de diez años […] pero no es lo mismo.
Tranquilas,  algún día volveréis sobre desgastadas articulaciones, y juntas, en orgasmo de sostenidos anunciaremos a los incrédulos nuestro regreso.
Pero por el momento, queridas, aquí abajo, solo se escucha blues de defensa y ataque.
Y así, acabó en el olvido, la niña que soñaba con tocar el piano en la luna…



-H-

1 comentario:

primi dijo...

Pero cómo es tan genial?