Me quedé horas apoyada en una
estatua que recordaba a otras víctimas que no éramos nosotras. Yo les lloraba a
todas ellas pensando en ti. Multiplicándote por todos los factores que nos
habíamos expuesto al desnudarnos la piel (me pierdo pensando en la tuya). Al sangrarnos. Al no ser conscientes
lo mucho que duele infectar de suciedad y mierda todas las heridas abiertas. Al
no ser conscientes de que nos habíamos dedicado a pegar cortes propios en otros
cuerpos. Que lo habíamos manchado todo y ya no sabíamos dónde ni con qué teníamos
que limpiar aquella matanza de leones.
Lo que antes había sido
penicilina en nuestras manos ahora era veneno cayendo del cielo. Eran ondas de
arsénico, eran niñas jugando con ántrax. Era el cianuro de postre.
Inevitablemente dañinas por inhalación, ingestión y al contacto.
Lo que antes era el antídoto
ahora eran espolones sobre tu caparazón. Eran antibiogramas mal valorados, era
la cura del cáncer huyendo del enfermo terminal.
“Que no me quiero salvar de ti
sino contigo” parecía que gritábamos mientras tú saltabas al vacío y yo
apuntaba mi frente con el cañón.
Eras tú no queriendo mi fuego,
era yo abandonada en otra ciudad.
[…]
Me quedé pensando, como si el
resto del universo fuera un error y las matemáticas me hubieran vuelto a
fallar.
[…]
Pensé:
Yo antes tenía un poema precioso naciéndome
en forma de enredadera por los dedos. Yo antes tenía un poema susurrándome al oído
y lo callé para ir corriendo a hacerlo un poco realidad contigo.
Yo antes tenía un corazón impreso
a golpe de cigarro, como pronosticando que aquí veníamos a hacernos daño.
Tuve a un pantera casi a mi lado.
IMAGINAOS. Una pantera salvaje saliendo desde lo más profundo del Amazonas. Firme, fuerte, penetrante. Y se
sienta a mi lado y me da golpes con la cabeza en el brazo animándome a acariciarla.
IMAGINAOS cuanta belleza. Presa del miedo de ser yo la presa, disparo. Y huye
muy a dentro, muy lejos, a la espesura.
Tuvimos las costillas abiertas en forma de mandíbulas, toracotomía
voraz. Órganos a la luz de los halógenos. Brillantes. Jadeos agitados, respiraciones
cansadas. Pulmones hinchándose y deshinchándose sin ritmo alguno. Mírame,
desnuda, abierta, desarticulada.
Noto en mí todavía, la sensación resbaladiza y gelatinosa de
miles de manos estrujando un corazón in vivo.
Tuve, y ojalá vuelva a tener, a
tus dedos recorriéndome todas las circunvoluciones de todos los lóbulos. Que
liberas lentamente, libres palpitan locas todas mis neuronas. Cerebro único de
supernova en implosión, barriendo todo a tu paso.
Yo tuve un terremoto entre los
brazos y ahora tengo miedo de que me haga trozos muy pequeños y me lleve
volando. Que destroce toda mi tierra firme convertida en tormenta tropical.
Vuelvo a mentir, yo nunca tuve nada.
Prestadas.
Me despertaste,
Droga estupefaciente.
Demasiados gramos para estos pocos kilos...
Me despertaste con sobredosis
Fui fugaz.
Pero sé que todavía brillo.
Consiste mi vida últimamente en sentir mucho y no entender nada.
Ahora me relajo oliendo una bufanda que ya no huele,
conduciendo
rápido,
cerrando el ojo izquierdo,
durmiendo hasta mañana.
Repito, consiste mi vida en sentir mucho y no entender nada.
-H-
Y si quieres no escribiré más sobre ti porque, es verdad, no tengo ni idea.
Aunque al menos déjame que deje por
escrito lo bien que follas.
1 comentario:
Esto es la polla. Perdón por la expresión y gracias por escribirlo.
Publicar un comentario