viernes, 20 de mayo de 2011

YA


Acaban de explotar las bombas de relojería que muchos olvidaron que teníamos  escondidas en lo más profundo y oculto. Latentes, en espera desesperada. Moviendo la pierna derecha a modo de tic desenfrenado esperando a cualquier día que fuera bueno.  Para decir basta.
Para pensar.
A mis pocos años, oír la palabra revolución en España se me queda grande.
Y me gusta. Porque hasta ahora para todos éramos la generación sin futuro, la pasiva, la acomodada, cerebros llenos de alcohol y drogas de diseño. La que no había luchado en guerras ni había tenido que emigrar.
Mirad, también sabemos hacer otras cosas.
Se empiezan a ver puntas de lanzas y corazones afilados, nuestra propia guerra.
Nos vemos mañana, pequeño Sol. A ver que nos dice tu noche.






-H-

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